MUJER CONTRA MUJER

Me fascinó cuando la vi, no pude resistirme, tuve qué fotografiarla, allí, bajo la lluvia, estaba abstraída, miraba a toda aquella gente  o a la  nada,  esperando con sus manos quietas en los bolsillos, se volvió hacia mí; me sonrió, con una sonrisa apiadada, que dejaba entrever unas pequeñas arrugas en aquella piel fina y sedosa, a pesar de los años.
Su porte y elegancia le daban una serenidad pasmosa, intenté imaginarmela de joven, con el cuello largo y delgado, alta, de piel blanca como la leche, de cintura prieta, de rostro regio con esos ojos claros característicos de las morenas de piel blanca.
Debía rondar los sesenta, pero la vida no había dejado sus marcas en ella, los años la habían tratado con benevolencia , de pronto me hizo un guiño, se dio media vuelta y se esfumó mezclandose con la multitud.
Pero yo ya tenía lo qué había ido a buscar ese día, una foto, una bella fotografía.