Tesoros perdidos


Un día desapacible, quisiera coger el paraguas y echarme al monte o perderme en el bosque, pero estará oscuro, aunque sea de día, me quedaré en casa , leeré un libro, veré la televisión mientras doy un pequeño paseo por la red. Quizás en mi soledad acabe entendiendo,  por fin, el lenguaje secreto de tus arboles, quizás encuentre mi bosque encantado, quizás  la próxima vez quieras compartir con migo ese paseo.

¡Despierta ilusa!, sabes que la realidad es otra, deja atrás, ya, las sombras del pasado. Ni yo soy  la primera ni tu eres la última de las  mujeres.
¿Que me he sentido sola?, si, muchas veces, sobre todo cuando la proximidad de mis amigos me hace dudar de la realidad de su amistad.
Pero vivimos en una sociedad demasiado barata, donde los que se dicen amigos,
¡oh contradicción!,
se cotizan a la baja, pero a un precio demasiado elevado, no entienden que la amistad no juega en bolsa, que está en la piel, en el interior de cada uno.

 Personalmente, jamás me canso de la naturaleza, como tampoco de  mis amigos, pero esa reciente cotización en bolsa, esos valores a la baja son el reflejo  de viejos tiempos y mal que me pese la realidad se impone, los pobres seguimos siendo pobres, aunque la fortuna nos sonríe de vez en cuando, nuestras limitaciones son y serán las que eran.


Estuve una vez en el bosque y me abandonaron, desanduve lo andado, con el tiempo volví de nuevo a adentrarme en su espesura, tuve otra vez  que volver sobre mis pasos, no aprendí y de nuevo volví al bosque y ahora por tercera vez daré la vuelta, espero encontrar la senda y la próxima vez iré al bosque pero al bosque real a ese donde el camino es firme, sin baches, sin grietas, sin fisuras.


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